Con frecuencia, leemos frases como «nada crece en la zona de confort» o «las cosas buenas ocurren fuera de la zona de confort». Yo estaba tan acostumbrada a leerlas que creía entender el significado, pero realmente no era así.
Aunque el 2020 fue un año particular para todos, para mí vino cargado de cambios que me hicieron crecer como profesional. A principios de año me encontraba en un trabajo fijo como traductora in-house. Si bien fue una experiencia buena en la que aprendí mucho y adquirí un área de especialización nueva, llegó un momento en el que sentía que mi lugar ya no estaba ahí.
Primero, pensé que quería trabajar en otra empresa, pero después me di cuenta de que lo que quería era emprender. Quería crear mi negocio en línea a mi manera, con mi propuesta de valor y para mis clientes ideales.
Empecé por diseñar mi sitio web y, de a poco, fui haciendo más cosas. Ya tenía todo (o eso creía), lo único que me faltaba para poder emprender a tiempo completo era renunciar a mi trabajo.
Entonces, un domingo a la tarde, me senté con la computadora a redactar el correo electrónico de renuncia que le iba a mandar a mi jefe. Mientras lo escribía, me temblaban las manos y me latía el corazón rápido, ¡estaba tan nerviosa! El lunes revisé el correo y lo mandé. En ese instante empecé a sentir lo mismo que el día anterior: nervios y ansiedad.
Estuve todo el día con una sensación rara, pensando si había tomado la decisión correcta o no, hasta que me di cuenta. ¡Era eso! Ahí entendí que había salido de la zona de confort.
Hoy no puedo poner en palabras lo feliz que estoy de haber tomado esa decisión. Miro hacia atrás y veo todo lo que crecí en estos meses.
Por eso te cuento esta historia, para que salgas y te animes. Salir de la zona de confort es desafiarse a una misma. Se puede hacer todo el tiempo, ya sea con algo chico o grande. Puede ser ir a una conferencia, hablar en público o aprender algo nuevo. Todas las personas salimos de nuestras zonas de confort de formas diferentes.
Así como yo lo hice, vos también podés. Quizás suene aterrador, pero una vez que lo hacés, no te imaginás todo lo bueno que te espera del otro lado.
